Diciembre y su calor
La noche altera sus ritmos y canta las veinticuatro horas del día en una sucesiva de conciertos privados atrapando mi espíritu y dejándolo más que emocionado a merced de las estrellas esperando haber si pasa algo que, sinceramente no pasa. El suelo se empieza a quejar de el peso que tiene que soportar por mi parte, pues mi espalda luce llena de arañazos y no, nunca me han gustado las mochilas. Soy cliente habitual de la licorería que hay del trabajo a tu casa a ver si te pasas por allí a desahogar alguna pena esperando por si recaes a mi banda de corazones abandonados y necesitas un poco de calor, te pagaría todas las botellas existentes si logran consolarte llevándote de vuelta a casa, perdón, a mi casa, utilizando viejas escusas procurando, discretamente traerte de nuevo aquellos viejos recuerdos que empapelan las paredes con fotos nuestras y que aún no he tenido cojones de quitar. Perdoname si te llamo amor pero fue la primera palabra que dije al verte, sabes que tengo muchas ma